Reportaje sobre el sector La Barquita

viernes, 11 de noviembre de 2011


ENTRE POBREZAS, INNUDACIONES, ENFERMEDADES Y DELINCUENCIA NAUFRAGA LA BARQUITA DE LOS MINA.
Salir en ropa interior quedó atrás hace mucho tiempo. Realizar esa acción hoy en día es provocar a una jauría de lobos y perros hambrientos en plena selva.

Han pasado más de treinta años desde que el hecho de salir semidesnudo no era nada raro entre los residentes de La Barquita. Daniel José Ortega llegó a este sector en el invierno de 1979, proveniente de Batey seis, Barahona. Narra que a su llegada al lugar solo había cuatro casitas en las proximidades del Río Ozama y que los habitantes de la zona solían hacer sus quehaceres domésticos y movilizarse dentro del sector en ropa interior.

Definitivamente, esa Barquita de la que habla Daniel ya no existe, al día de hoy en ese mismo lugar, en la parte Este de la ciudad de Santo Domingo se encuentra ubicada una nueva Barquita. Ya no son cuatro las casitas, son miles construidas de latas viejas y oxidadas, madera y block. Regularmente están techadas de zinc. Algunas tienen pisos de cemento y otras de tierra. Se respira un olor a humedad indescriptible. La basura abunda en cada uno de los callejones que componen el sector. Las calles apenas poseen aceras que los mismos pobladores han construido.

Los pocos baños que hay son letrinas hediondas y mal construidas. El mal olor es inaguantable.

Dos iglesias evangélicas y parroquia, un hospital, el cual aun no esta inaugurado, cinco colmados pequeños y con poca mercancías, una vieja casucha donde compran metales son las estructuras mas notable que componen el sector.

La gente evita el cadente sol. Un conjunto de sillas y mesas decoran los callejones. Hombres de todas las edades a tempranas horas de la mañana juegan dominó y barajas.
Algunos se dedican a la albañilería, pero dicen no tener trabajo. Los niños descalzos y desnudos están en todas las esquina. Los perros, cerdos, gallinas y seres humanos comparten el mismo hábitat.
Se acercan el medio día y los aromas a comida no existen. Las mujeres están en la orilla de sus casa platicando. Los quehaceres domésticos no son frecuentes en el lugar. Una bachata de Anthony Santos suena a todo volumen y hace contraste con el sonido de los dominós.

Daniel Ortega aún no ha comido y ya pasan de las tres de la tarde. Su casa está oscura y vacía. En su rostro se observa una línea se sudor que llega hasta su mandíbula. Sus manos están desgastadas por la edad. Su mirada se dirige a hacia la parte izquierda de su vivienda donde se encuentra su triciclo. Es un triciclo que otrora fue pintado de azul pero el oxido apenas permite la percepción del color.
Su dueño sufría constantes persecuciones por cometer el delito de vender caña en las principales calles de Santo domingo. Un buen día se canso de tanta persecución y dejó a un lado su triciclo estableciéndose en su hogar a merced de la compasión de los vecinos.

Cuando el río sale de su cauce e inunda las casas más vulnerables de sus vecinos, él les brinda refugio en la suya porque su casa está ubicada en una zona donde, según Daniel, tiene que llover varios días consecutivos o suceder algún huracán para que ésta se inunde.

Se queja de las autoridades gubernamentales actuales y con un español matizado por un creole evidente, dice que éstas no gobiernan para los pobres sino para los ricos.
Alguien vocifera el nombre del casi anciano. Corre a toda prisa y da al traste con un baso de aluminio que estaba ubicado cerca de sus pies. Lamentablemente, no es ningún vecino que regresa con el bocado esperado, es uno de los muchachos del barrio que quieres saludarlo. El ya no cree en la solidaridad de los gobierno pero si en la de sus vecinos.

Solidaridad que algunos recibieron cuando el gobierno les entrego una tarjeta. En el estrecho callejón tres hombres, Dos de ellos vestido de civil y uno de militar con escopeta , y una mujer con verifone en mano y con vestimenta diferente a las de las mujeres que estaban sentadas en las aceras.
Ellos son los representantes de Edeste y se encargan de cobrar la energía eléctrica. El verifone no es porque los moradores tengan tarjetas de créditos sino porque algunos tienen la tarjeta solidaridad, la cual pueden utilizar para pagar la energía eléctrica, gas propano, compra de productos comestibles de primera necesidad en comercios autorizados, y seguro medico.
Varios de los residentes se niegan a pagar la energía y alegan que solo reciben apagones.

Inundaciones Ana Pérez lleva 22 años viviendo en La barquita. Posee un pequeño colmadito, el cual está casi vacío. Dos fundas de pan y una de galletas y unos cuantos dulces. Cuando el río salio de su cauce dos semanas atrás varias de sus mercancías se mojaron y ahora debe esperar para surtir su comercio.
Yanet Montero no corrió con mejor suerte. La cama de sus hijos, su televisor y otros ajuares no pudieron sobrevivir a la crecida del Río Ozama.
Ella perdió la cuenta del tiempo que tiene residiendo en el sector, solo sabe que vino cuando era muy niña desde El Cercado. Hoy ya tiene 32 años y es madre de cuatro niños. Tiene un esposo pero no tiene empleo por lo que no puede colaborar con los gasto de la casa.
Descalza y con el pelo descuidado utiliza su dedo pulgar para señalar el piso de la que cuatro años atrás fue su casa antes de que la tormenta Noel y el Río Ozama se encargaran de acabar con todos sus ajuares. Los restos del piso están ubicados a dos metros del la orilla del río.

Luego de la tragedia, recibió 15 mil pesos de parte de las autoridades con los cuales alquiló una casa, pero después no pudo continuar pagándola por lo que tuvo que volver a su antigua morada.
Hoy en día, vive a cuatro metros de la orilla en una casita de madera techada de zinc y con el baño a cinco pasos de la entrada de la vivienda.

Yanet y su familia componen la cifra de mas de 925 familias que residen el en sector de La barquita, según un censo realizado hace cuatro años por organizaciones comunitarias.
925 familias que tiene un promedio de cinco hijos que vive en una pobreza extrema y a la merced de las lluvias.
Marisela Duval, directora de la Escuela de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD, considera que la situación de extrema pobreza que se vive en La Barquita son indicadores de la gran desigualdad social y económica que caracteriza la Republica dominicana y que se expresa en condiciones de vida diferentes.
La socióloga indica que a lo largo de la historia no hemos sido gobernados con el interés de socorrer a la población y que el origen de este mal es más notable en la Era de Trujillo. La mayoría de los estudios realizados demuestran que la economía dominicana produce riqueza, pero no se distribuye.
´´El 10% de la población absorbe el 80% de las riquezas y el 80% de la población absorbe de 10% al 20% de las riquezas. Los gobiernos no han desarrollado políticas sociales de protección a la población. No hay un Estado de derecho sino un afán de permanecer en el poder, señala Duval.

Tiene la certeza de que los dos elementos fundamentales de una nacion son la Salud. y la educación, sin la presencia de estos no hay mal social que tenga solución.

Enfermedades
La falta de conciencia del problema de las enfermedades es mas grave de lo que aparenta. El sol casi se oculta y cinco niños desnudos buscan pedazos de metales u objetos que puedan tener algún valor para luego venderlos.
Richard es un experto buzo tanto en basura como en el agua. Tiene 7años y no conoce los riesgos a los cuales se expone al penetrar al río sin ropa ni calzados. Las enfermedades que pueda adquirir le importan muy poco, solo saben que tiene hambre y está en ´´piyamas´´, es decir, todavía no ha comido nada.


Hepatitis, dengue y cólera son algunas de las enfermedades mas frecuentes en La Barquita.
La basura está presente en cada rincón del sector, tanto la que desechan los moradores como las que arrastra el Río Ozama.

El pasado 10 de junio el periódico Hoy Digital publicó que en menos de 48 horas dos niños de apenas meses de nacidos han muerto en el hospital Materno e Infantil San Lorenzo de Los Mina uno se cree que por cólera y otro por bronconeumonía. Primero murió el niño Ángel Encarnación, de seis meses de nacido, quien había sido llevado de urgencia a dicho hospital con vómito y diarrea.
En el centro asistencial instaron a la madre del pequeño, Idele Encarnación, a no decir que murió de cólera sino de un paro cardíaco.
De su lado, Mirella Encarnación, tía de Angel, tiene un hijo de 13 años con vómito y diarrea a quien llevó al hospital San Lorenzo de Los Mina, pero como entendió que no lo atendían adecuadamente y se lo llevó a su casa con todo y suero.
En tanto que el miércoles murió el niño Juan Antonio Rodríguez, de tres meses, luego que fuera ingresado al mismo hospital con dificultad para respirar.
El pasado viernes 15 de julio murió Ana Encarnación de 84 años presuntamente de cólera en La Barquita.

Iris Ortega, médico ayudante del Centro de atención primaria San José /todavía no se ha inaugurado/ ubicado en el sector de La barquita dijo no conocer el caso de la anciana fallecida ya que el centro para el cual ella trabaja aún no esta brindando servicios a la comunidad.
Enfatizó que la insalubridad en que viven los moradores del sector los hace más vulnerables a cualquier enfermedad, principalmente cólera.

´´ Los baños no son muy abundantes y los pocos que existen desembocan en el mismo rió que está muy próximo a las casas de los moradores, agregó




Delincuencia
´´La delincuencia es peor que el río´´, susurra con voz temerosa Susana Medina, estudiante del quinto semestre de medicina en la universidad estatal.
Narra que toma clases hasta las 12 del medio día porque sabe que vive en un barrio muy peligroso y los tigres no conocen a nadie, necesitan conseguir dinero de cualquier modo.
Uno de los motivos que la empujan a seguir estudiando es la esperanza de completar sus estudios y poder conseguir empleo para así sacar a su familia de La Barquita.

El alto nivel de violencia que existe en la zona se hace notar con tan solo observar a los jóvenes de la zona. Brazos y pierna amputadas, enormes cicatrices en todo el cuerpo.

Henry Herrera es un joven que habita en la Barquita. Define el sector como una tierra de miseria, necesidad y un ambiente muy influenciable principalmente para los jóvenes.
Comenta que es muy difícil no dejarse influenciar por los demás delincuentes cuando el hambre y la necesidad se apoderan de ellos.

La presidenta de la junta de vecinos del Maleconcito de Katanga, Juana Vázquez explica que además de la venta de estupefacientes, las riñas entre bandas por disputas de puntos de drogas son muy frecuentes.
Reveló que las autoridades tienen un proyecto de construir una escuela laboral en La Barquita porque una de las debilidades del sector es que no posee escuelas.

De los delincuentes nadie quiere hablar, con ojos temerosos algunos residentes dijeron que la policía está haciendo su trabajo. La venta de estupefacientes y el consumo de los mismos son alarmantes según una fuente, la cual pidió no revelar su nombre.


El sol ya casi se oculta y los malhechores asechan su próxima víctima, algunos lograron llevar cuchara a la boca otros no, y mientras esto pasa la música se apaga debido a un terrible apagón. Así discurre la vida en la barquita mientras navega hacia un naufragio eminente.




Zoom¿POR QUÉ LA BARQUITA
Según los residentes mas antiguos del lugar , el origen del nombre del sector La barquita se origina de la construcción de un fuente flotante para pasar de Los Mina a Sabana Perdida.

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